jueves, 27 de diciembre de 2012

DESDE EL ÁRBOL


Foto inspiradora, cedida por Antonio Jesús Grande Larrubia


¡Mirad cuántos han venido hoy! La entusiasta Olivia siempre se alegra de ver el parque lleno de humanos.
Pues sí, hoy parece que hay más que otros días y los hay de todo tipo. Su prima Sara los mira, aparentemente indiferente, pero de reojo está pendiente por si se les escapa alguna palomita.
Sí, incluso algunos son silenciosos. Como siempre, Berta, se molesta por la invasión de los humanos.
Pero Olivia no pierde la emoción y enseguida encuentra a sus favoritos.
–Están los abuelitos, ¡qué lindos! Se miran siempre como si fuera la primera vez que se ven.
Mientras Sara sigue con la búsqueda de esas bolsas de colorines de las que se escapan las ricas palomitas descubre a alguien nuevo al que poder quitarle alguna.
–En los bancos de la derecha hay un montón de niños, todos son diferentes, parecen felices, no paran de reírse... ¿qué les estará contando el chico ese del sombrero?
Pero a Berta no le gustan las risas.
¿Eso son risas? Si no paran de chillar, podrían bajar la voz, no puedo dormirme. Y a pesar de su protesta, abre un ojo, sin que se den cuenta sus compañeras, para ver cómo de felices están esos niños nuevos.
Pero, ¡¡¡cómo te vas a dormir!!! Olivia no entiende a la gruñona de Berta Si es de lo más divertido verles. Mira: sonríen sin parar, hablan y hablan, cantan, bailan en corro, comen esas palomitas tan ricas. Y mira cómo se besan… Jo, yo quiero ser humana.
Querida, todo eso está muy bien, pero nosotras tenemos algo que ellos no tienen. Sara sonríe al recordar  los días de entusiasmo de su juventud cuando llegó al parque por primera vez, y, como a Olivia,  le encantaba ver a los humanos disfrutar.
¿Sí?, ¿el qué? pregunta la joven, que no encuentra un mundo mejor que el que se ve desde el árbol.
Alas para volar hasta el parque cada día.
Siempre que no te duelan, gruñe Bertaporque yo, a mi edad, tengo que pedir permiso a mi ala izquierda para volar con la derecha.


Olivia y Sara se miran, se ríen sin que Berta se dé cuenta y vuelan hasta el montoncito de pan que los abuelitos les regalan todos los días.

Guárdale un poco a Berta Liv, no te lo comas todo.
Y Berta al fin abre los ojos y disfruta de la vida del parque. 

sábado, 24 de noviembre de 2012

COMUNICACIÓN NO VERBAL


Los padres hablaban y hablaban entre besos y caricias, la niña, sentadita en su silla y sin rechistar se quitaba una y otra vez la horquilla del pelo mientras miraba a su madre, sus grandes ojos negros eran los que hablaban: “Mira mami, me estoy metiendo la horquilla en la boca.”

Ellos por un segundo la miraban, como si un sexto sentido les dijera lo que la niña quería decirles, pero sólo veían que Claudia se metía la horquilla en la boca y le repetían la  regañina: “Claudiaaaa, no te metas la horquilla en la boca”, se la quitaban de la mano, se la volvían a colocar en la cabeza y seguían con su charla y sus besos.

Ninguno de los dos se daba cuenta de lo que realmente les decía Claudia: que al menos uno esos besos volase  hasta su carita huérfana de amor.

lunes, 14 de mayo de 2012

EL TIEMPO PORRETERO


Como porretera de pro publico emocionada este relato ganador del
I Certamen de Microrrelatos de Salorino: "Historias Embuchas".

 

Cuando yo era niña, en Salorino, mi despertar olía a sábanas blancas de algodón, a café de puchero, a leche recién cocida, al pan que se escapaba por la puerta de la tahona para colarse por la ventana de la habitación de mis tíos, donde yo dormía en un mullido colchón de lana.

Después de que mi madre me lavara la cara en el palanganero antiguo, me sentaba a esperar mi desayuno, mientras, escuchaba hipnotizada el tintineo de la cucharilla con la que mi tío removía su primer cafelito negro del día en una tacita de porcelana.

El tiempo se paraba para mí en esa cocina, no necesitaba nada más que estar allí y disfrutar del momento. Todo parecía estar en calma hasta que los gallos enanos, que estaban en un tinao cercano, comenzaban su canto animándonos a salir de ese mágico momento.

Salía a jugar a la puerta de la casa, con la tregua que la sombra de las primeras horas de la mañana regalaba, pidiendo que me avisaran cuando mi padre bajara a por agua hasta la Fuente del Lugar. Paradoja de los avances del hombre: nos montábamos en un 600 para traer el agua que aún no corría por todas las casas.
 
A mediodía llegaba otro gran momento, subíamos a los vinos y entrábamos en el bar de Kubala, quien nos recibía con su gran sonrisa, y, mientras los mayores se quedaban de pie, yo, como era la niña, la pequeña, me sentaba en una mesa a tomarme el mosto y el pincho.

El tiempo volvía a pararse de nuevo, adormecido entre las voces de la gente que se reencontraba –¡Hombre, mengano, cuánto tiempo!–, la media luz que entraba por la puerta de cortinilla que daba al Coso y el rico olor a comida que salía de la cocina.


lunes, 30 de abril de 2012

EN EL TREN



Con este relato de 99 palabras he participado en el concurso que Miguel Ángel Molina ha organizado para celebrar el 2º aniversario de su blog: En 99palabras
Y en este enlace el concurso: Concurso En 99palabras


Al fondo se despereza la ciudad, entre la niebla de la contaminación y la bruma del sol, que parece tener el mismo sueño que mis compañeros de viaje y se resiste a salir. Mientras, el campo brilla en todo su esplendor madrugador: los pájaros felices buscan pareja para compartir la primavera; los regatos, antes ríos, prefieren ignorar la sequía y devuelven el brillo de su escasa agua, los ciervos buscan alimento entre las retamas y las encinas.

El tren me traslada por este paisaje de marzo engañándome... la próxima estación me lanza a la rutina diaria de la oficina.

viernes, 13 de abril de 2012

LAS 5Y42


Con este relato participé en la II Mgaquedada de Microrrelatistas el 18 de Febrero


Se despertó sobresaltado creyendo que se había quedado dormido, miró el  reloj y le reconfortó ver la hora, aún eran las 5 y 42. Sonrío, se acurrucó entre las sábanas, dio media vuelta y se quedó dormido de nuevo.

Empezó a soñar, todo estaba en blanco y negro, caminaba por una calle casi vacía, como de domingo. Se cruzó con un señor con gabardina y sombrero tipo Humphrey Bogart que miraba su reloj de pulsera con unas manecillas de color rojo y que marcaban las 5 y 42. Cruzó en la siguiente esquina para darse de bruces con un reloj de hierro que, con sus manecillas de color verde, daba exactamente las 5 y 42.

Continuó caminando por la siguiente calle a la derecha y apareció una casa de madera en cuya fachada se veía un reloj de cuco que marcaba, con las manecillas de color amarillo , las 5 y 42. 
Gracias al reloj inspirador y a Rocío Gónzalez por ayudarme a tunealo
Entró al jardín de la casa, subió las escaleras del porche y se vio dentro subiendo otras escaleras larguísimas que parecían no tener fin, pero que desembocaron en una cama presidida por un enorme reloj de bronce que marcaba las 5 y 42 con sus manecillas moradas. Se tumbó y se quedó dormido.


Se despertó sobresaltado creyendo que se había quedado dormido, miró el reloj y vio que todo estaba en blanco y negro, mientras las manecillas de su reloj marcaban las 5 y 42 en color azul.

MICROCRÓNICA DE LA II MEGAQUEDADA

Aunque ya han pasado casi dos meses de la II megaquedada de microrrelatistas, primera para mí, vuelven a mi memoria, o quizás nunca se fueron, los nervios por llegar tarde, las caras desconocidas que de pronto resultaban tan familiares, las risas, de nuevo los nervios por salir a leer.... Fue un auténtico chute de energía que aún alimenta mi espíritu cuentista.
Por si todo esto no era suficiente tuve la suerte de que la anitas de Mar Glez, , se vinieran conmigo a casa y todas las noches consigo conciliar el sueño gracias a su croar...

En el enlace se puede leer el este preciso relato LA RANA DE SAN ANTÓN: http://www.losjardinesdepuck.blogspot.com.es/2012/02/2-microquedada-micros-tuneados.html