martes, 26 de julio de 2011

AMISTAD IMPERECEDERA

Barría el umbral de la puerta de su recién estrenada casa con su recién estrenada escoba cuando descubrió en el suelo unas hermosas flores de colores, perfectamente colocadas y esperando a ser recogidas de su abandono.

- Qué lástima- pensó-, algo tan bello y puede llegar a desintegrarse con un simple barrido…

Para salvar a aquellas flores de lo que podría haber sido una efímera existencia las cogió una a una, con cuidado las puso en su recién estrenado cogedor y entró con él en casa como si de una ofrenda a la dioses se tratara.
Buscó un hilo lo suficientemente fuerte pero a la vez delicado para atar una a una cada flor hasta formar una diadema con ellas y la colgó de la única lámpara que hasta ahora tenía en la casa.

Aparcó la aburrida tarea de limpieza para buscar en internet cuál era la técnica para el secado de flores. A los pocos días consiguió que las flores lucieran como si estuvieran recién cortadas y su diadema pasó a ser el adorno más llamativo de su salón.

Cuando sus amigas quisieron aprender a crear algo tan bello de apariencia perecedera pero en realidad resistente al paso del tiempo, enseguida encontraron en sus agendas el espacio semanal para reunirse. Y, así, con la excusa de crear esos coloridos adornos florales consiguieron, con sus risas, sus charlas, sus llantos a veces, alimentar y dar calor a sus almas y a la amistad que las unía más allá del paso del tiempo.

Relato para mi participación en el taller de micros sobre esta imagen de Pablo Díaz

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